Por ROMÁN VILLEG.

⏺️ » El poeta ALFONSO MORA VENEGAS nació el 25 de febrero de 1921 en Tomé. Estudio Leyes en la U. de Chile y residió como Inspector de Internado ad honorem, en el Instituto Nacional de Santiago. Su memoria de título, redactada en 1950, fue sobre “Los bosques en la economía de Chile”. Recibido de abogado, volvió a su· pueblo donde ejerció a contar de 1951. En algunos periodos cumplió funciones como Juez del Crimen Subrogante.

Animó tareas artístico-literarias en Tomé junto a sus amigos del Círculo de Bellas Artes: los pintores Elías Zaror, Rafael Ampuero, Raúl Sanhueza, Alejandro Reyes, Mario Zapata y Hugo Flores; y los poetas Benjamín Silva Mardones y Alejandro Chávez Bork.

Ejerció la docencia en el Liceo tomecino, como profesor de Educación Cívica. Participó de la creación del Liceo Nocturno, institución en que impartió clases en forma gratuita.

Colaboró de 1951 a 1958, como redactor en la edición del periódico El Mirón de la Calle, cuando perteneció a su padre Juan Antonio Mora. Fue fundador y editor del periódico Noticias, que se publicó entre diciembre de 1958 y septiembre de 1964.

Revistas y periódicos de Concepción y Santiago acogieron sus letras y metáforas. Publicó cuatro poemarios: Litorales (1954), Las semillas profundas (1955), La bestia mágica (1960) con portada e ilustraciones de Rafael Ampuero y dedicado a sus ex profesores, colegas y alumnos del Liceo tomecino. En 1961 publicó Estrellamar. Dos libros siguen esperando ser editados: Piel y Polen.

Según Matías Cardal: “fue poeta de vida desorbitada, autentico en su sentir e irrenunciables en sus ideales. Poseyó el don de la franqueza, espíritu bohemio y un sentido de rebelión ante la injusticia”.

La familia formada por Alfonso, la constituyeron su esposa Silvia Haydée Palavicino Pérez y sus hijas Haydée, Marilia, Juanita y Azucena, con las cuales solía caminar desde El Morro hasta la caleta Bagres, acompañados por su perro negro, llamado Manzanas Verdes.

El 14 de abril de 1968, a los 47 años de edad, falleció en su ciudad natal. Sus restos descansan en el Cementerio Antiguo, frente al mar que tanto amó y admiró. Comparte sepultura con el grabador Rafael Ampuero Villarroel y el poeta Benjamín Silva Mardones.

El periódico rancagüino del 22 de marzo de 1969 deja constancia del homenaje que realizaron en su tumba integrantes del Grupo Literario “Los inútiles” de Rancagua.

Su oficio y nombre “Poeta Alfonso Mora” permanece protegido del olvido, desde 1983, en el breve pasaje ubicado al interior de la población que rodean las calles Blanco Encalada, O’Higgins, Sargento Aldea y Egaña. El CEIA de Tomé (Centro de Educación Integrada de Adultos) desde el año 2015 también memorializa su persona.

Hace más de medio siglo se apagó su existencia terrenal. Ahora, en el centenario de su natalicio, revive su nombre y figura, como fénix poético de nuestra galaxia. A pesar de su silencio, judicial y docente, el poeta Mora sigue morando, en el oleaje de sus libros editados y aquellos que esperan ser impresos.

“Si alguna vez Tomé, de galaxia pasa a convertirse en Nación Tomecina, sería justo y pertinente consignar, en la cartografía de su litoral, el nombre “Mar de la Poesía de Alfonso Mora Venegas”, en mérito a su obra, rebosante de imágenes yodadas y salobres, en que vuelan, navegan y nadan sus versos, sobre y bajo la porción de océano que nos acompaña y pertenece”