Por Rolando Saavedra

¿Será tan imprescindible o pertinente celebrar Fiestas Patrias, este año de tantos imprevistos socio-sanitarios, daños socio-económicos y alteraciones socio-emocionales?

¿Qué sentido podrán tener en estas horas la “fiesta” para quienes padecen de duelo, privaciones y desajustes familiares, como secuelas o daños colaterales de la pandemia?

¿Qué valor tendrá el concepto de “patria”, en estos largos días de zozobra, en quienes no podrán vincularse en forma presencial con sus seres queridos y amistades apreciadas?

A mi modesto parecer, celebrar en estas circunstancias puede resultar una burla suprema no solo para nuestros vecinos, sino que también para aquellos familiares que no estarán compartiendo la algarabía junto a los suyos. No faltarán quienes través de selfies ostentarán su chilenismo chispeante y desbordante, para que todos se enteren de lo que están consumiendo y disfrutando en tragos, comidas y bailes.

Algunos más, otros menos, todos estamos pagando un alto costo en nuestras formas de vida, trastocadas en forma drástica, repentina y progresiva por el virus, que se propagó desde un gran mercado de Wuham según algunos y desde un laboratorio según otros. El coronavirus, con su fácil propagación no solo ha afectado la salud global de nuestra especie, sino que también ha alterado drásticamente nuestras formas de vida y comportamientos sociales e individuales, donde hasta las normales y hasta rutinarias manifestaciones de afecto han sido proscritas.

Creo tener la suficiente empatía, para comprender que después de tantos meses de aciaga existencia necesitamos una suerte de catarsis, que nos permita liberarnos, aunque sea momentáneamente, de las malas situaciones vividas u observadas, para intentar recobrar el equilibrio emocional, que hace más llevadera nuestra existencia.

Por el bien de todos, es hora y edad de actuar con mesura, contenernos de actitudes irresponsable, para que no nos suceda que la momentánea alegría de comedia, se trastoque en profunda pena de tragedia. Tenemos que evitar exponernos a situaciones de descontrol de las cuales después no tengamos ni tiempo de arrepentirnos. Debemos eludir compartir utensilios empleados en comestibles y bebestibles. Y por sobre todo, poner suficiente distancia de aquellos excesivos consumidores de mostos, que con sus entusiastas, e inesperadas manifestaciones de cariño, serán capaces de amalgamar, como pareja surrealista, la Embriaguez-18 con el Covid-19, y recitar la reiterada cantinela “¿Somos amigos o no somos amigos?”

Es oportuno preguntarnos, parodiando el famoso poema de Gonzalo Rojas, ¿Qué se ama cuando se ama?, para que nos interroguemos ¿Qué celebramos cuando celebramos? ¿Celebramos acaso la Primera Junta Nacional de Gobierno?, ¿Se brinda por don Mateo de Toro y Zambrano?, ¿Alguien se acuerda de honrar a los próceres de la patria? ¿Y los juegos típicos dónde quedaron?

La mayoría de nuestras efemérides relevantes, tanto históricas como religiosas, se han ido desdibujando o esfumando con el paso del tiempo y al parecer, por efectos del consumismo y la publicidad, ya no tenemos mucha claridad que es lo que celebramos; el motivo para muchos carece de importancia al momento de celebrar. Dicho todo esto, y agradeciendo estar sobreviviendo aún, en vísperas de estas “atípicas” Fiestas Patrias, es oportuno reflexionar sobre lo que nos ha tocado vivir.

Estamos padeciendo una situación inconfortable, que aún no se ve que pueda terminar a corto plazo. ¿Para qué prolongarla a causa de irresponsabilidades celebratorias? ¿No será mejor actuar con prudencia, moderación y sensatez? Dadas numerosas circunstancias, por todos conocidas y muchos padecidas, resulta más recomendable que tan solo conmemoremos en estas Fiestas Patrias, recordando aquellas fiestas que nuestra memoria atesora y anhelando con fervor que esta situación termine pronto y seamos capaces de sobrevivir con el mínimo de secuelas.

Si logramos superar esta lamentable situación, antes que termine este mal año, que no cabe duda tendrá demasiados efectos duraderos, es mi ingenuo deseo convertir el guarismo 2020 en “año cero” de nuestras vidas y que el próximo año ingresemos a una nueva era a contar de 1, ya que es muy difícil que después de esta experiencia pandémica volvamos a ser lo que fuimos.

En resumen, conmemoremos el 18, evitando exponernos al Covid-19.
¡Viva Chile!

¡Muera el virus!

ROLANDO SAAVEDRA VILLEGAS