La tarde del viernes 23 de diciembre del 2011 tuve el privilegio de participar en el acto artístico cultural que la comunidad tomecina ofreció al apreciado Padre Ángel, para reconocer y agradecer sus 50 años de sacerdocio. En 1985 se radicó en nuestra ciudad para asumir el rol de Párroco de Nuestra Señora de la Candelaria de Tomé, venía desde Coelemu.

Antes de la presentación del Coro de la UCSC tuve a cargo las palabras de homenaje, en parte de ellas expresé: El presbítero Ángel Jiménez Valdebenito, cuando llegó desde la perla del Itata, no solo trajo su liturgia y teología aprendida en sus años de Seminario, sino que también su experiencia ya consolidada como pastor de almas, su alta vocación sacerdotal y auténtico carisma de “cura de pueblo”, características que rápidamente fueron percibidas por sus nuevos feligreses.

Dios lo ha privilegiado con excelente salud. Los dolores propios de su edad, él los disimula como si fuera consumado actor. El otro privilegio divino, es poseer el dominio
del tiempo, lo cual le permite realizar en un día lo que un profano realizaría en tres, de otras forma no es posible comprender como ejecuta y da cumplimiento a su extensa
agenda diaria, a la cual se suman imprevistos urgentes e inevitables.

Como pueblo de Dios tenemos que reconocer y agradecer, que él es auténtico ángel de nuestra comunidad. Como se lo he expresado personalmente: “Usted Padre, es
nuestro último ángel”. En su modestia, ajena totalmente a la vanidad, él toma la frase como un juego de palabras, sin embargo es una convicción que tiene muchos adherentes,
sobre todo en quienes apreciamos, valoramos y agradecemos su magisterio sacerdotal hacia los más desposeídos.

Sus preocupaciones y ocupaciones eclesiásticas, a la que se suman sus labores solidarias, mitigan a diario muchos espíritus y cuerpos. Misas y entrega de sacramentos
en la amplia jurisdicción parroquial, visitas domiciliaras a enfermos (que aumentan año a año en la misma proporción que aumenta la población), atención al creciente número de
“pensionistas” del comedor parroquial, orientación a los niños y niñas que año a año se preparan para su “Primera Comunión”, son solo algunos de sus múltiples afanes.

En definitiva, el Padre Ángel Jiménez, nos brinda a diario el privilegio de vivir junto a un ángel, que no obsequia medallas metálicas, sino escapularios de auténtico
amor a sus feligreses. Por eso y muchas razones más, nos regocijamos al conmemorar su cincuentenario de vida sacerdotal, en nuestro valle junto al mar.
Bendiciones y gratitud a nuestro último Ángel.

Profesor: Rolando Saavedra Villegas