Paula Soto lleva siete días “encerrada” en su casa junto a sus tres hijos y su nuera embarazada. Los cinco fueron diagnosticados con Covid-19. Solo salen al patio para buscar las cosas que los vecinos y el municipio les dejan en el portón. Pusieron paños rojos en mástiles para alertar y «cuidar» a la gente del barrio Cerro El Santo. Así ha sido su vida durante estas semanas.

“Todo esto ha sido duro, tuvimos muy mala pata”, dicen ellos, tratando de encontrarle una explicación a sus días actuales. Se trata de una familia de Tomé, en la Región del Biobío, para la cual el aislamiento es total. Comenzó el viernes 3 de abril, cuando desde el Hospital Las Higueras les avisaron que todos habían dado positivo al test de Covid-19. Todos. Los cinco que viven bajo el mismo techo.

“No lo podíamos creer”, cuenta Paula Soto, de 39 años, quien tiene empleos ocasionales en su sector.

En estos días de distancia social, ya sea obligatoria -como las cuarentenas- o por decisión personal, la mayoría de los chilenos se ha acostumbrado a no salir de la casa. Esa es la idea. La fórmula pregonada por los expertos para no diseminar el virus. Pero que las cinco personas que viven en una misma casa estén todas contagiadas no es algo tan común.

Las sospechas de este núcleo familiar penquista comenzaron cuando se enteraron de que su vecino había dado positivo. “Días antes habíamos ido a su casa a tomar once; después de eso estuvimos todos resfriados, lo que casi nunca nos pasa. Teníamos tos y fiebre. Así que cuando nos enteramos de que el vecino tuvo coronavirus nos preparamos y fuimos hacernos los exámenes”, recuerda Paula.

Los resultado se los entregaron al tercer día, por teléfono. Y eran positivos. Todos.

JUNTOS Y REVUELTOS

Tras enterarse de que no iban a poder salir en 14 días de su casa, su hijo, Jordan Vergara, de 19 años, instaló en el cerco de la vivienda, ubicada en el cerro El Santo, de Tomé, un llamativo paño de color rojo, para alertar a los vecinos de su situación y salvarlos de un contagio.

“Es imposible no sentir miedo , pero los vecinos nos han ayudado mucho; nos dejan las cosas en bolsas enganchadas en el portón, para que nosotros las retiremos y podamos sobrevivir; es el único momento en que dejamos la casa”, dice Paula de 39, quien viven junto a sus hijas, de 11 y 16 años, su hijo y su nuera embarazada, de 21 años.

“Para poder llevar de mejor manera el encierro nos organizamos bien. Cada día desayunamos y almorzamos todos juntos. Cada uno tiene sus cubiertos bien marcados. Mis hijas están todo el tiempo en sus piezas y los adultos inventamos cosas para pasar el tiempo”, dice una de las hijas.

Al aislamiento, se suma la incertidumbre económica de esta familia, que solo cuenta con los ingresos de Jordan, quién se desempeñaba en una obra en construcción, la que se suspendió producto de la pandemia.

“Yo actualmente no tengo trabajo, mi hijo era quién pagaba el arriendo de la casa, le avisé a la dueña que estábamos en cuarentena y no me creyó, así le tuve que enviar los resultados de los exámenes. Mi preocupación es que después de cumplir con el encierro no tendremos de dónde sacar plata”, relata Paula.

Gonzalo Reyes, presidente de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Tomé, comenta que “nos enteramos del caso gracias a que un integrante de la familia solicitó ayuda por redes sociales. Avisamos a la municipalidad y entre todos les llevamos víveres y productos de aseo”.

MONITOREO

Toda la familia está bajo constante monitoreo de la Seremi de Salud de la zona, desde donde los llaman para consultar por sus síntomas. La preocupación también se concentra en Vania Márquez, que tiene un embarazo de 35 semanas. “Me dejaron el número de teléfono de una ambulancia que me puede venir a buscar en caso que tenga síntomas de parto. Hasta el momento nos hemos sentido bien”, sostiene Vania.

“En caso que mi hijo nazca antes de lo previsto, nos dijeron que mi pololo no podrá entrar y que podría ver el nacimiento por cámara de video. Ojalá llegue con el embarazo hasta cumplir la cuarentena, porque es nuestro primer hijo y queremos recibirlo juntos”, cuenta.

Italo Cáceres, alcalde (s) de Tomé, plantea que “por lo que sabemos, el brote se inició en el sector de Cocholhue. El departamento de desarrollo comunitario está en permanente contacto con esta familia cuarentena. Se les entregó una canasta con alimentos y sanitizamos todo el sector donde ellos viven”.

Según los últimos datos entregados por la Seremi de Salud del Biobío, en Tomé hay más de 30 casos confirmados de Covid-19, y es una de las comunas que presenta mayor tasa, al igual que Hualpén y San Pedro de la Paz.

 

 

(Fuente: latercera.cl)